Hay incluso niños, y yo he conocido alguno,
que quieren saber a qué se parece un agujero negro, o cuál es el trozo más pequeño de la materia, o por qué, si hubo caos antes, existe, aparentemente, orden hoy, y, en definitiva por qué hay universo.
En nuestra sociedad aún sigue siendo normal para los padres y los maestros responder a estas cuestiones con un encogimiento de hombros, o con una referencia a creencias religiosas vagamente recordadas. Algunos se sienten incómodos con cuestiones de este tipo, porque nos muestran vívidamente las limitaciones del entendimiento humano.
Pero gran parte de la filosofía y de la ciencia han estado guiadas por tales preguntas. Un número creciente de adultos desean preguntar este tipo de cuestiones, y, ocasionalmente, reciben algunas respuestas asombrosas. Equidistantes de los átomos y de las estrellas, estamos extendiendo nuestros horizontes exploratorios para abarcar tanto lo muy pequeño como lo muy grande.

Se estaba llevando a cabo un rito antiquísimo, la investidura de nuevos miembros de la Royal Society, una de las más antiguas organizaciones académicas del planeta. En la primera fila, un joven en una silla de ruedas estaba poniendo muy lentamente, su nombre en un libro que lleva en sus primeras páginas la firma de Isaac Newton. Cuando al final acabó, hubo una conmovedora ovación. Stephen Hawking era ya una leyenda.
Comenzaremos a desarrollar en próximos artículos la historia del Tiempo. Un excente y bien explicado viaje por la historia de los sucesos y descubrimientos que nos llevaron a lo que sabemos en estos días presentes.
Hasta la próxima.
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