domingo, 20 de diciembre de 2015

Introducción a la historia del tiempo: Del big bang a los agujeros negros

Nos movemos en nuestro ambiente diario sin entender casi nada acerca del mundo.  Dedicamos poco tiempo a pensar en el mecanismo que genera la luz solar que hace posible la vida, en la gravedad que nos ata a la Tierra y que de otra forma nos lanzaría al espacio, o en los átomos de los que estamos constituidos y de cuya estabilidad dependemos de manera fundamental.  Excepto los niños -que no saben lo suficiente como para no preguntar las cuestiones importantes-, pocos de nosotros dedicamos tiempo a preguntarnos por qué la naturaleza es de la forma que es, de dónde surgió el cosmos, o si siempre estuvo aquí, si el tiempo correrá en sentido contrario algún día y los efectos precederán a las causas, o si existen límites fundamentales acerca de lo que los humanos pueden saber.  


Hay incluso niños, y yo he conocido alguno,
que quieren saber a qué se parece un agujero negro, o cuál es el trozo más pequeño de la materia, o por qué, si hubo caos antes, existe, aparentemente, orden hoy, y, en definitiva por qué hay universo.
  En nuestra sociedad aún sigue siendo normal para los padres y los maestros responder a estas cuestiones con un encogimiento de hombros, o con una referencia a creencias religiosas vagamente recordadas.  Algunos se sienten incómodos con cuestiones de este tipo, porque nos muestran vívidamente las limitaciones del entendimiento humano.
  Pero gran parte de la filosofía y de la ciencia han estado guiadas por tales preguntas.  Un número creciente de adultos desean preguntar este tipo de cuestiones, y, ocasionalmente, reciben algunas respuestas asombrosas.  Equidistantes de los átomos y de las estrellas, estamos extendiendo nuestros horizontes exploratorios para abarcar tanto lo muy pequeño como lo muy grande.
  En la primavera de 1974, unos dos años antes de que la nave espacial Viking aterrizara en Marte, en una reunión en Inglaterra, financiada por la Royal Society de Londres, para examinar la cuestión de cómo buscar vida extraterrestre, durante un descanso, se estaba celebrando una reunión mucho mayor en un salón adyacente.

  Se estaba llevando a cabo un rito antiquísimo, la investidura de nuevos miembros de la Royal Society, una de las más antiguas organizaciones académicas del planeta.  En la primera fila, un joven en una silla de ruedas estaba poniendo muy lentamente, su nombre en un libro que lleva en sus primeras páginas la firma de Isaac Newton.  Cuando al final acabó, hubo una conmovedora ovación.  Stephen Hawking era ya una leyenda.

Comenzaremos a desarrollar en próximos artículos la historia del Tiempo.  Un excente y bien explicado viaje por la historia de los sucesos y descubrimientos que nos llevaron a lo que sabemos en estos días presentes.
Hasta la próxima.

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